¿Te imaginas que fuera posible ver en persona un volcán de verdad sin tener que coger un vuelo a Islandia, Hawai o cualquier otro país conocido por sus volcanes burbujeantes? Pues bien, sin que muchos lo sepan, existe un volcán a sólo una hora de Nueva York… más o menos.
Situado en Wantage (Nueva Jersey), el volcán Beemerville solía ser el punto geológico más importante del estado, aunque nunca lo adivinarías, a menos que estuvieras allí hace más de 400 millones de años, antes de que los dinosaurios poblaran la Tierra. Fue entonces cuando el volcán (que tenía aproximadamente la altura del Monte Santa Elena, es decir, 2.500 metros de altura, y abarcaba entre 16 y 20 kilómetros de ancho) entró en erupción y remodeló el paisaje para siempre.
El volcán Beemerville es el único vestigio del pasado geológico de Nueva Jersey. Además, se encuentra en el mismo condado que una falla recientemente descubierta que tuvo mucho que ver con la intensidad del terremoto del pasado abril, cuyos estruendos se sintieron hasta en Nueva York.
Desgraciadamente, hoy el cráter, conocido como Rutan Hill, sólo se eleva unos 300 metros hacia el cielo y tiene el aspecto de cualquier otra colina cubierta de árboles y hierba. Y lo que es aún más descabellado, ahora hay casas construidas sobre él.
La buena noticia: el Servicio Geológico de EE.UU. clasifica los volcanes en activos, inactivos o extinguidos, y el volcán Beermerville está extinguido, por lo que no esperamos que vuelva a burbujear en un futuro próximo. Sin embargo, existe la posibilidad de que un volcán «se calle durante miles de años y vuelva a despertar», pero seamos realistas, para entonces el estado podría estar bajo el agua.
Puede que no parezca el típico volcán (o que no entre en erupción como uno), pero sigue siendo genial que sus habitantes puedan decir que técnicamente viven en uno. Y aunque el volcán ya no existe, la colina sigue albergando muchas rocas volcánicas.
Pero Nueva York también alberga un gran número de maravillas naturales, muchas de las cuales son mucho más interesantes de ver, como este parque de 14.000 acres conocido como el «Gran Cañón del Este», esta cascada subterránea de 30 metros, el bosque más antiguo del mundo, que fue visto por los dinosaurios, y la cascada de una sola caída más larga al este de las Montañas Rocosas.