Una investigación de The New Zealand Medical Journal acaba de explicar por qué es importante que los pasajeros se dejen llevar en un avión. La ciencia detrás de la flatulencia y volar muestra que la presión de la cabina puede conducir a un mayor volumen de gas intestinal (lo que está causando que alguien se tire un pedo).
Aunque los aviones modernos tienen cabinas presurizadas, las leyes ideales de los gases indican que cualquier gas (intestinal) existente se expande proporcionalmente cuando disminuye la presión. La presión disminuye en los aviones porque la presión en tierra es de unos 760 mmHg, mientras que las cabinas presurizadas de un avión mantienen una presión mínima de 565 mmHg.
Puede que pienses: me ahorraré la vergüenza y me aguantaré. Pues bien, los expertos médicos comparten que esto podría provocar malestar, hinchazón, dolor, dispepsia (indigestión) y pirosis (acidez estomacal). Además, el estrés continuado puede ser consecuencia de la concentración al intentar aguantarse. Esto supone una amenaza también para los pilotos, que deben mantener la concentración durante todo el vuelo.
Además, los síntomas fisiológicos de la presión intestinal pueden aumentar la presión sanguínea y disminuir la oxigenación de la sangre. Todo lo anterior supone una amenaza para quienes padecen problemas cardiovasculares.
¿Necesitas más razones para desahogarte en el avión? Se cree que aguantarse los pedos (retención de flatos para ser más profesionales) es un factor determinante de la enfermedad diverticular sigmoidea, una enfermedad que provoca la formación de pequeñas bolsas en la pared del colon sigmoide.
Pero, por supuesto, la cuestión tiene dos caras: por un lado, liberar los gases aliviará cualquier molestia importante y los síntomas antes mencionados; sin embargo, también hay que entender las complicaciones sociales de tirarse pedos en público. El sonido, el olor y la vergüenza forman un complicado cóctel de consideraciones. Por no mencionar que casi el 50% del aire recircula en la cabina de un avión. Así que, lo más probable es que ese pedo que has decidido soltar y su olor lleguen a tus compañeros de vuelo.
Además de ser desagradable para los demás pasajeros, la revista explica cómo los olores pueden perjudicar el nivel de servicio de la tripulación de vuelo y, por tanto, la experiencia general del pasajero. Así que, en última instancia, hay que sopesar la decisión.
La revista espera ayudar a resolver el conflicto presentando el concepto de cojines forrados de carbón en los aviones. Esto permitiría a los pasajeros evacuar eficazmente las flatulencias, limitando al mismo tiempo los olores, ya que se ha demostrado que el carbón vegetal restringe la salida de los gases sulfurosos.
Hasta entonces, la decisión de expulsar gases en el avión es suya, aunque puede que le odie su estómago o su vecino…