
Todos los neoyorquinos pensamos en unas pintorescas vacaciones de verano en Europa, y puede que hayamos encontrado la más alucinante hasta la fecha.
Una que es tan compacta que, de hecho, es más pequeña que nuestro querido Central Park, lo que la convierte en el segundo país más pequeño del mundo.
Y no, no estamos hablando de una isla olvidada: este lugar tiene realeza, carreras de Fórmula 1 y más yates de los que jamás verás aparcados en el Hudson.
Hablamos de Mónaco, una joya de la Riviera Francesa tan pequeña que se puede ir andando de un lado a otro en menos de 45 minutos.
Y sí, es un país de verdad. Con su propia bandera. Su propia familia real. Y, por supuesto, su propio ambiente.
Mónaco frente a Central Park en cifras
Te preguntarás cuánto más pequeño es Mónaco que Central Park. Hemos hecho números.
Para ponerlo en perspectiva, Central Park ocupa unos 3,4 kilómetros cuadrados (1,3 millas cuadradas) del terreno del Alto Manhattan.
Mónaco, por su parte, ocupa 2,1 kilómetros cuadrados, lo que lo hace oficialmente más pequeño que el espacio verde más famoso de Nueva York.
Sin embargo, cuenta con más de 38.000 habitantes, un palacio real, un casino de fama mundial, lujosos rascacielos, superyates, circuitos de Fórmula 1 y algunos de los inmuebles más caros del planeta.
Comparado con el Central Park de Manhattan, que recibe una media de 115.000 personas al día (el triple de población) y 42 millones al año, es posible que en el parque haya más gente que en todo Mónaco.
Hazte a la idea.
Lo que verá en el mejor paseo de 45 minutos de su vida
¿Listo para embarcarte en el paseo más bonito que hayas visto nunca? (Y apúntatelo para tu viaje)
Empieza tu paseo en Monaco-Ville, el casco antiguo encaramado dramáticamente en un acantilado rocoso conocido como «La Roca».
Es uno de los pocos lugares de Mónaco en los que se respira tranquilidad: calles adoquinadas, edificios de colores pastel y miradores que ofrecen unas vistas irreales del Mediterráneo. Aquí también se encuentra el Palacio del Príncipe, residencia de la familia real del país. (Sí, Mónaco tiene un príncipe. Y sí, vive en un palacio literal).
Desde allí, dirígete a Port Hercule, donde los megayates se alinean en el puerto como Lamborghinis aparcados sobre el agua.
El ambiente aquí es puro James Bond: cafés frente al mar, barcos llamativos y una arquitectura moderna y elegante.
A continuación, Monte Carlo, el barrio más famoso de Mónaco. Aquí es donde las cosas empiezan a parecer surrealistas.
El Casino de Montecarlo sobresale y es toda una flexión arquitectónica, con adornos dorados, lámparas de araña y esa icónica fuente que probablemente haya visto en las películas. ¿Y fuera? Hileras de Bentleys y Ferraris aparcados como si nada.
Si sigue caminando hacia el este, pasará por delante de hoteles de cinco estrellas, boutiques de diseño (Chanel, Louis Vuitton, Dior) y jardines inmaculados excavados en las laderas. Finalmente, llegará a la playa de Larvotto, donde los lugareños y la jet set toman el sol sobre suaves guijarros a pocos pasos de las torres de lujo.
Y no se sorprenda si pasa por delante de un circuito de F1. Las calles de la ciudad de Mónaco sirven también de pista para el legendario Gran Premio de Mónaco, y puedes recorrer literalmente las curvas donde los pilotos alcanzan velocidades de locura cada primavera.
La pequeña pero poderosa belleza europea
Puede que Mónaco sea diminuto en el mapa, pero su estatus mundial está muy por encima de sus posibilidades.
Es uno de los lugares más ricos del planeta, con más millonarios por kilómetro cuadrado que ningún otro lugar. Aproximadamente uno de cada tres residentes es millonario, y muchos de ellos viven en torres de cristal con piscinas infinitas sobre el mar.
Y aunque parezca un centro turístico de lujo, Mónaco es en realidad un país totalmente independiente, con su propio gobierno, familia real e incluso una orquesta nacional.
Es una nación soberana desde el siglo XIII, gobernada hoy por el Príncipe Alberto II, cuyo palacio se asienta sobre un acantilado como salido de un cuento de hadas.
No hay impuestos sobre la renta ni sobre las plusvalías, y la delincuencia es casi inexistente, sobre todo porque Mónaco tiene más policías per cápita que ningún otro país, lo que significa que es un lugar impecable, seguro y un tanto surrealista.
En Mónaco se celebra desde el Gran Premio de Mónaco (una de las carreras más famosas del mundo) hasta el Ballet de Montecarlo, e incluso tiene su propio idioma nacional.
Ah, y un dato curioso: Mónaco no tiene deuda pública. En un mundo en el que la mayoría de los países deben miles de millones, esta pequeña porción de la Costa Azul prospera gracias a su propio lujo.
Sí, es más pequeño que Central Park. Pero con el drama de la realeza, los eventos de talla mundial y las altísimas ofertas inmobiliarias que se suceden a diario, Mónaco demuestra que el tamaño no tiene nada que ver con la relevancia.
Cómo visitar Mónaco desde Nueva York
¿Listo para visitarlo? ¿Te hemos convencido?
Bueno, Mónaco no tiene aeropuerto propio (demasiado pequeño, obviamente), pero llegar desde Nueva York es más fácil de lo que imaginas:
- Vuela a Niza (Francia): Coge un vuelo directo desde el aeropuerto JFK al aeropuerto de Niza Costa Azul: es el aeropuerto internacional más cercano, a sólo 30 minutos de Mónaco.
- Súbete a un coche, un tren o un helicóptero:
- Tren: Un paseo panorámico de 25 minutos por la costa de Niza a Mónaco (barato e impresionante).
- Coche: Alquila uno o coge un taxi/Uber: te esperan sinuosas carreteras costeras con vistas de locura.
- Helicóptero: ¿Te sientes elegante? Puedes dar un paseo en helicóptero de 7 minutos directamente desde el aeropuerto a Mónaco. Sí, existe.